Me gusta recordar a mi padre Corrado y compartirles un pedacito de nuestra historia.

No todo fue sencillo. Cuando cumplí 14 años ya estaba convencido de que el matrimonio de mis padres estaba mal y que lo mejor sería que se separaran. Pero la ley del divorcio aún no se había aprobado en Italia. La posibilidad se dio varios años después.
Y más o menos a esa edad empezamos a alejarnos unos de otros. Sin embargo, él siempre me ha apoyado en todas mis decisiones más importantes, incluso en la de dejar la posición que él había construido para mí y mi futuro como empresario, para aventurarme en un largo viaje a América Central y del Sur (Era el año de 1976).

«Gentilhombre de la suerte” …

Comenzó para mí una intensa aventura de dos años, que jugó un papel muy importante en toda mi vida.
Después de una larga travesía, llegué a Arequipa en Perú, donde encontré cierto equilibrio, con buenos amigos, la forma de ganar algo de dinero para subsistir y relaciones esporádicas con la familia a través de algunas cartas de vez en cuando. En ese tiempo, no había la posibilidad de llamadas telefónicas porque eran demasiado caras.

Corrado sabía que tal vez yo había llegado a Perú y algo le decía en su interior que tenía que encontrar las huellas de su hijo pródigo. ¿Pero cómo?
Mi padre tenía pasión por la radio, en el sentido de que conectaba con radioaficionados de todo el mundo. Y comenzó pacientemente a preguntar a los Sudamericanos si por casualidad habían oído hablar de un chico italiano en su zona.

¡Garibaldi!  …

Y después de mucho preguntar… finalmente Giuseppe Garibaldi le respondió: Sí, en Arequipa (la segunda ciudad más importante del Perú) había un radioaficionado, descendiente de italianos, que se llamaba así.
Y sí, Giuseppe había escuchado algo de mi a través de un par de estudiantes que conocía. Y sucedió que después de cierto tiempo, recibí una postal de él en la que me invitaba a su casa para conectarme con mi “señor padre”.
¡¡Increíble!!
En esa conexión tan perturbada me encontré hablando italiano con dificultad, ya que hacía mucho tiempo que no lo hablaba, pero también por la emoción, que un poco me apretaba la garganta y un poco me hacía casi gritar.

Después Corrado viene a Arequipa, y ofrece pagarme el viaje de regreso a Italia y.… también el viaje de regreso a Perú. Lo recuerdo un poco jadeando por la altura (Arequipa está a 2800 metros) y luego en las etapas del viaje de regreso: a Buenos Aires a ver el Mundial de Fútbol (era el año de 1978, él era dirigente del Genoa, un equipo de primera división en ese momento), en Río de Janeiro, París, Niza, Génova.

¡Adiós! Corrado …

Nos dejó hace pocos años (2019). Poco tiempo antes de su muerte, lo escuché contarles a unos amigos la increíble historia de cómo me encontró gracias a la radio. El día que murió, solo logré llegar un par de horas después. Junto a su cuerpo le dije lo agradecido que estaba por el apoyo que siempre me brindó para vivir mi vida a mi manera. Tuve la impresión de que me estaba escuchando.

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