¿Cómo sabré que he mejorado mi visión?

O mejor dicho: una vez que empiece a practicar el método Bates, ¿cómo sabré que estoy progresando?

Muchas personas esperan a que se lo diga un óptico u oftalmólogo. Otros quieren medirlo por sí mismos y lo centran todo en la nitidez.
Piensan: «si puedo ver más nítido, obviamente eso es un progreso, ¿no?».

Espero haber conseguido mostrar cómo esta actitud puede ser contraproducente (intentar ver más nítido = estrés = ver peor).
Se trata, en cambio, de prestar atención a otros aspectos. Veamos cuáles, según el tipo de ejercicio.

1) Ejercicios físicos generales (coordinación ojo-mano-cuerpo)

Lo más importante aquí es la respiración. Sabrás que estás mejorando cuando notes que tu respiración se vuelve más intensa que la habitual, y mas harmoniosa. Poco a poco, la tentación de contener la respiración, o de mantenerla al mínimo, se volverá menos automática, y tus movimientos se volverán más sueltos. En ese momento empezarás a sentir placer por el movimiento físico (te hará sentir más vivo). Todo esto indica que poco a poco tu cuerpo (y por lo tanto tus ojos) aprende a vivir a un nivel de energía más elevado.

2) Palming

El momento en que empieces a sentirte cómodo y a gusto con los ojos cerrados será el primer indicador importante de una gran mejora. Esto significa que empezarás a encontrar oportunidades para hacer palming con más frecuencia.

Cuidado, sin embargo, con dormirte o dejar que la mente se pierda en pensamientos ansiosos. El palmeo es sobre todo una oportunidad para tomar conciencia de tus ojos, para sentir lo que sienten y cómo están.
Con el tiempo, si sigues observando la oscuridad, ésta se hará más profunda.

3) Movimientos de los ojos («8 perezosos», rotaciones del cuello mirando al espejo, 3ª etapa del mandala, etc.).

Cuando notes que la respiración durante el ejercicio se convierte en algo normal, significará que el movimiento de los ojos ya no genera ansiedad, lo que supone un gran avance. Esto, a su vez, comenzará a producir un movimiento más amplio y fluido, y empezarás a dejar de tener la sensación de que tus ojos «tiran».

En ese momento, tu expresión facial durante el ejercicio también será más relajada (sobre todo, ¡podrás ser consciente de ello!).
Y tus ojos aceptarán espontáneamente mantener una visión suave (percepción de la periferia) durante el ejercicio.

4) Cerca/lejos

También en este caso, la respiración es el primer punto de referencia. La respiración en sincronía con el movimiento debe volverse fácil y regular (también debe ser bastante profunda).
– Si eres miope, observa especialmente el momento de alejamiento del objeto: debes tener la sensación de «soltarlo», sí, manteniendo el contacto, pero sin esforzarte para verlo más nítido, sintiendo que tu cuerpo se relaja (al espirar).
– Si eres présbita o hipermétrope, fíjate en lo que ocurre cuando el objeto se acerca. Sabrás que estás mejorando cuando la nuca y el cuello permanezcan relajados y sueltes completamente la respiración (exhalando a medida que se acerca el objeto). Poco a poco, la expresión de tu cara y de tus ojos también se volverá suave, amistosa (como de quien da la bienvenida a lo que se acerca). En otras palabras, ya no sentirás ese sutil matiz de fastidio (cuando no de pánico) cuando algo se te acerca demasiado.

Para todos será un gran paso cuando tengas la impresión de que puedes seguir con el mismo ejercicio indefinidamente, sin prisa por terminarlo.

5) Delinear o seguir los contornos

Es un ejercicio basado en la pereza y la lentitud.
Sabrás que has dado un gran paso adelante cuando hayas perdido toda prisa por terminar cuanto antes. Cuando realmente muevas los ojos perezosamente un milímetro cada vez. Utilizar el pulgar como guía es necesario al principio porque te ayuda a mover los ojos lentamente (o a darte cuenta de tu tendencia a «correr» y «saltar» con los ojos). Poco a poco, aprenderás a mover los ojos muy despacio, incluso sin el pulgar.

Y el movimiento, aunque muy lento, seguirá sin saltos.
Gradualmente aumenta tu capacidad para mantenerte concentrado en la visión, lo que significa que tendrás menos pensamientos, no te irás «con la cabeza» tan a menudo.

Pero ten cuidado: de nuevo, no se trata de ver nítidamente en absoluto. La atención se centra en el movimiento.
Poco a poco te darás cuenta de que si echas un breve vistazo al objeto antes de cerrar los ojos al final del ejercicio, aparecerá un poco más «en relieve», como si se separara un poco más del fondo. Esto también es señal de que vas por buen camino.

6) Oscilaciones amplias

Este es un ejercicio que va al núcleo de todas las actitudes que dañan la visión.
El paso decisivo se dará cuando de repente descubras que aprecias las oscilaciones, que sientes placer con ellas. Cuando esto ocurra, también puedes esperar un gran cambio en tu capacidad visual.
Mientras tanto, sabrás que estás progresando:

  • Primero: cuando encuentres la manera de respirar tranquilamente sin contener la respiración.
  • Segundo: cuando la respiración se haga más intensa y se sincronice con el movimiento.
  • Tercero: cuando la respiración se centre principalmente en el vientre.
  • Cuarto: cuando empieces a tener la impresión de bailar.
  • Quinto: cuando sentirás que puedes prescindir de agarrar las cosas que te pasan por delante y podrás «acariciarlas» como si tu mirada tuviera la suavidad de una pluma de avestruz.
  • Sexto: cuando tengas la ilusión de que toda la habitación se mueve en sentido contrario a tu movimiento.
  • Séptimo: cuando eres capaz de mantener una visión suave (conciencia de la periferia) en cada fase del proceso.

Como ves, hay muchos aspectos. Concentra tu atención en los que tengas más a mano, siguiendo la secuencia que aquí te indicamos.

7) Ejercicios de lectura.

Los ejercicios basados en la lectura requieren una atención especial. Porque es principalmente ahí donde puedes volver a caer en vicios y hábitos negativos. Procura seguir siempre al pie de la letra las instrucciones dadas. El criterio del éxito reside precisamente en la medida en que seas capaz de hacerlo. Aquí también tendrás que lidiar con la tendencia a no respirar, con la tendencia a buscar obsesivamente la nitidez y, al mismo tiempo, intentar leer una frase de un tirón. Y luego con la tensión en el cuello, la nuca y la cara en general. Por no hablar de la tendencia a no parpadear.

Si al final de todo te das cuenta de que privilegias los ejercicios de lectura en detrimento de otros (por ejemplo, los físicos), es mala señal. ¡Ven a la próxima vacaciones para los ojos y lo discutiremos!

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