Vista cansada… ¿Y de qué?
«No logro adaptarme a la idea de ponerme gafas, pero mis ojos ya no están como tiempo atrás». La presbicia tiene que ver con el tiempo que pasa, ya que es la expresión fisiológica de la rigidez del cristalino que se acrecienta a medida que avanzan los años.
En esta condición, los ojos pierden su elasticidad de acomodación para enfocar lo que está mas cerca; del mismo modo, la personalidad del présbita se hace cada vez más intolerante hacia una realidad que no lo encuentra tan disponible como antes.
¿Brazos demasiado cortos?
El presbita tiende a alejar de sí mismo todo lo que lo circunda demasiado de cerca: teme que ya no pueda traerle nada bueno… y restablece la distancia con un mundo cotidiano con el cual está cansado de luchar y mediar a cada momento.
Aquel gesto tan típico de los présbitas (de alejar el objeto que quieren enfocar) expresa bien la búsqueda de un modo nuevo de entrar en relación con el mundo: nos habla de la necesidad de posicionar las cosas “un poco más allá» de lo que estaban hace un tiempo.
Cuando este comportamiento emerge en una edad tardía puede reconocerse como el proceso natural de envejecimiento: como el adquirir cierta separación de la vida, llegar a una visión más neutral y objetiva. Mantener las cosas a cierta distancia nos permite un mayor equilibrio en la valoración. Al mismo tiempo, los años que pasan traen consigo un comprensible temor hacia el futuro llevando al anciano a preferir volver su mirada hacia el pasado.
En este sentido emerge un significativo paralelismo con la función mnemónica: las personas de cierta edad empiezan efectivamente a olvidar fácilmente las cosas del día a día, manteniendo intensos recuerdos del pasado.
Desenfocan una realidad difícil de aceptar
En cambio, cuando la presbicia se presenta a una edad precoz atestigua que las vivencias del anciano han sido drásticamente adelantadas. «Mi vista ya no es la de antes…»; esta frase clásica tiene el sabor de una profunda nostalgia por el pasado, pero también de una incapacidad de tomar las medidas apropiadas en el presente y cierto temor de qué nos deparará el futuro.
A veces una presbicia precoz puede ser la reacción a un momento de dificultad en que perdemos nuestras capacidades naturales de reacción. He aquí entonces que frente a una desilusión afectiva, una pérdida, un despido… no hay una respuesta y uno acaba dejándose llevar por los acontecimientos. Es el caso de Francesca, arquitecta de cuarenta y cinco años, présbita desde hace cinco. “Me he separado de mi marido hace cinco años después de haber compartido con él quince años. Para mí ha sido un golpe que todavía no puedo soportar”. De la vivencia de Francesca emerge la incapacidad de aceptar la nueva realidad pero, sobre todo, la escasa disponibilidad a abrirse hacia el Futuro, a encontrar nuevas salidas y soluciones.
Justo cuando el futuro es «negro» y el presente frustrante es cuando el ojo puede hacerse présbita, es decir, puede elegir una manera rígida de reacción.
Esta rigidez, que se encuentra también en la personalidad del présbita, él mismo la «vende» como compostura, control, equilibrio… un aplomo que caracteriza todo su estilo existencial.
Suavizarse, pues esta es la palabra de orden.
Así le ha sucedido a Juana, hogareña, que ha dado un vuelco a la monotonía de su vida encontrando un trabajo estimulante al aire libre y recobrando inesperadamente una buena visión de cerca: “Era introvertida e insegura, perezosa y prefería estar sola. Después me he animado a cambiar un poco y he descubierto, por ejemplo, que el acercamiento y el contraste de los colores me dan extraordinarias sensaciones de bienestar, tanto físico como emocional. La belleza en cada una de sus manifestaciones me hace hasta llorar de alegría”.
La personalidad del présbita
ACTITUD POSTURAL: Viviendo constantemente en una actitud defensiva está estructuralmente rígido, tiene los músculos del cuello contraídos y en general resulta poco elástico.
PERSONALIDAD: Serio y controlado, se refiere a modelos de comportamiento tradicionales, a menudo autoritarios y desentonados con su relativamente joven edad.
Pesimista de cara al futuro, pero también en el presente, que vive como lleno de pesadas dificultades que afrontar.
ACTITUD RELACIONAL: Dominado por sentimientos de desconfianza y renuncia, entrelaza con dificultad nuevas relaciones para quedarse bien anclado a un pasado más tranquilizador.
EMOTIVIDAD-AFECTIVIDAD: Evita emociones e implicaciones pasionales cuando teme que puedan dominarlo. Acaba así por estructurar una coraza respecto a la emotividad, y cada manifestación afectiva es retenida por el miedo de caer en posteriores desilusiones y frustraciones.
¿Y cómo es que muchos présbitas no se reconocen en este perfil?
La presbicia es también una rigidez general de todas las partes del ojo y de la mente: no se quiere «curiosear». El présbita quiere quedarse fijo respecto a sus objetivos, aunque fracasen, va adelante por la fuerza de la inercia.
Y esto refleja una fijeza general del carácter, alimentada por la sociedad en que vivimos, que pide que nos identifiquemos con papeles muy precisos. En los términos usados por Lowen, esta sociedad produce más y más caracteres «rígidos» («fálicos» y/o «histéricos», siempre en la terminología de Lowen).
Muchos no se reconocen también en esta descripción porque…. no pueden. Están anclados en una visión de sí mismos que mira “a lo lejos”, al futuro o al pasado, y no «pueden ver» el aquí & ahora.
Ambas razones se encuentran en el caso de Louise, americana de casi cincuenta años, présbita y convencida de ser justo lo opuesto al carácter descrito: «Yo todavía me enamoro apasionadamente, hago sin fin golpes de cabeza. Y físicamente estoy muy en forma, hago step y danza latina.»
Hasta demasiado fácil ver en su trabajo (una mujer haciendo carrera en una gran empresa) y en el fitness una actitud rígida en la disciplina y el sacrificio de la espontaneidad.
Más difícil es ya darse cuenta que su «enamorarse» también sigue un esquema en realidad repetitivo, en el cual la «gran pasión» y la siguiente desilusión son representadas siguiendo un guión provisto por supuesto de muchos «efectos especiales», pero de poca implicación y, sobre todo, de poco reconocimiento de lo que pasa realmente en el aquí y ahora.
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