¡NAVEGAMOS MÁS ALLÁ DEL 100 %!

                                                                                       Muchos se aventuran en el campo de la educación visual pensando en sanar una enfermedad, o porque tener algún defecto en la visión y mantienen una actitud algo envidiosa hacia los “sanos” que no tienen que hacer nada para ver bien. También dejan claro que su único interés es recuperar algunas dioptrías, o al menos dejar de perderlas.
Ninguno de ellos tiene un interés particular en la visión holística, solo requieren poder leer un libro o poder ver una pizarra y similares.

Se asombran cuando escuchan que el método Bates y las experiencias visuales que le siguen pueden convertirse en una pasión: que uno puede captar matices de color desconocidos, percibir el espacio, adquirir un enfoque rápido, disfrutar de la visión periférica y total de un paisaje. E incluso que ayuda a estar en tiempo presente y reestablece conexiones entre nuestro cerebro y nuestra nueva forma de mirar.

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Ellos también obtendrán resultados, eso sí, pero probablemente mantendrán siempre una actitud defensiva, de ahorro, lo que les permitirá obtener resultados relativos, pero no sensacionales. Este es un punto que todos los atletas conocen. Si quieres alcanzar la excelencia tienes que ser impulsado por la pasión y tienes que establecer objetivos un poco más allá. ¡Y no tengas miedo de fallar! Tarde o temprano llegarás a un punto en el que te detendrás, pero ninguna ley divina ha estipulado que sea antes del 100%. ¡Tal vez sea entre 140 y 150%!

¿Videntes o visionarios?

En uno de los primeros cursos para educadores visuales en Roma, uno de los participantes no tenía problemas visuales particulares. Había venido con el objetivo de completar su formación profesional como optometrista. Pronto descubrió que las actividades del método Bates abrían nuevos e interesantes horizontes sobre la percepción visual y se involucró de manera muy activa. Al final del curso, se sometió a un examen optométrico estándar y descubrió que había mejorado aún más su agudeza visual: del100% pasó al 160%, una visión decididamente inusual, si no excepcional.

¡Sigue la flecha!

Leo Angart, un educador visual que hace un uso extensivo de la PNL (programación neurolingüística) dice:
“En la experiencia de muchos practicantes de tiro con arco de seguir la flecha dirigida al blanco, siempre que estés relajado ayuda a mejorar la agudeza visual,. No solo se mejora el enfoque, sino que también se mejora la visión a distancia. Es posible mejorar la visión de lejos incluso si ya tienes una visión excelente.”
Angart recuerda un seminario realizado en Estambul sobre el Bósforo: desde la ventana se veía el otro lado casas lejanas y la belleza motivó a algunos participantes que ya veían bastante bien a tratar de distinguir detalles, casas, minaretes.

También sucedió una experiencia similar en un seminario sobre el Estrecho de Messina: la costa de Calabria cambiaba constantemente debido a sus peculiares condiciones climáticas y durante los descansos, incluso los participantes de Messina se fascinaban por la visión tan cambiante.

Bueno, cuando mirábamos algo más cerca, por ejemplo, un barco o un ferry, todos informaron haber visto con una nitidez inusual. Este efecto se vuelve más efectivo si te balanceas un poco y tal vez tambien si tratas de delinear el objeto más lejano (enfocando, pero sin esfuerzo). La idea es que, si te «aventuras» a enviar tu atención con confianza más allá de la distancia en la que normalmente ves con claridad, tu campo de visión se amplía.

¿Ver lejos? No gracias.

Vale la pena señalar que la actitud de una persona miope es generalmente la contraria: evita mirar a lo lejos siempre que puede, «sabe» que no puede hacerlo. Y por lo tanto «no le importa»…

Los miembros de los equipos de rescate en helicóptero tienen un sistema para patrullar los territorios en busca de personas desaparecidas: utilizan una cuadrícula imaginaria, con mallas cada vez más pequeñas para ver objetos cada vez más pequeños.
Los pilotos de la Segunda Guerra Mundial hicieron algo así: proyectaron conscientemente su mirada 10 km más hacia el cielo.

Ahora practican el vuelo instrumental, pero un consejo similar, “mirar lejos” vale para conducir un coche en la niebla: si te dejas llevar por la tensión, acabas enfocando a una distancia de un par de metros (te vuelves más miope). En cambio, la actitud correcta es precisamente la de los pilotos antes mencionados: proyectar la mirada de 20 a 100 metros adelante (y no mirar fijamente, sino mover la mirada).
E incluso sin niebla, si deseas mejorar tu visión desde lejos, sigue buscando en todas las direcciones y en varias distancias.

A la caza de detalles

Los cazadores son también otro grupo que utiliza estrategias visuales interesantes. Recorren el entorno en busca de detalles fuera de lugar, como unas hojas que se mueven de forma extraña (porque hay un animal escondido) o manchas de colores particulares.

Su mente está afinada para buscar diferentes movimientos o formas y sus ojos están en constante movimiento para explotar al máximo las habilidades de los conos y bastones.
La atención enmarca un conjunto, luego los detalles cada vez más pequeños y los ojos siguen. Es la atención (también se podría decir interés o intención) lo que impulsa.

Sin embargo, no es necesario ser cazador, para que la vista se vuelva más atenta y perceptiva. Cualquiera que conduzca un automóvil para ir al trabajo puede hacer esto.
Por ejemplo, mira un letrero distante, sin asumir que no puedes leerlo. Usa la intuición. Luego mira uno más de cerca, probablemente lo verás bastante bien. La idea es proyectar la vista, animarla a ir más allá, usar la intención y dejar que la vista física siga.
Juega con tu vista, anímala a expandirse, como lo harías con un niño un poco tímido. Deja que se divierta, haz que se interese.

Juguemos con el opto tipo (y con nuestra mente)

  1. Pon una tabla de prueba a una distancia donde puedas reconocer las letras hasta la tercera fila, pero sin verlas nítidas.
  2. Haz oscilaciones amplias desplazando la mirada por la tabla, «rozándola», pero sin detenerte. Girando sin esfuerzo y manteniendo las oscilaciones muy amplias a Derecha e Izquierda. Ten en cuenta, percibe que las letras parecen moverse en la dirección opuesta a tu movimiento.
  3. Reducimos gradualmente la amplitud de las oscilaciones. La estabilizamos aproximadamente a 50 cm del tablero. Miramos justo arriba de las letras de la primera línea o en el espacio en blanco entre la primera y la segunda línea, no sobre las letras en sí.
  4. Reducimos el ancho nuevamente, a 25, 15, 5 cm a del tablero. Observamos el movimiento aparente de la tabla (y de sus bordes) en la dirección opuesta al movimiento (que será pequeño, pero perceptible).
  5. Después de un rato, respira profundamente, parpadea y mira RÁPIDAMENTE un par de letras para cada línea. Probablemente podrás llegar a la última línea. Recomiendo, rápido, sin pensarlo, sin detenerte en cada letra más de un segundo, sin intentar «estar realmente seguro».

 

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